“Café Lehmitz, la ópera prima de Anders Petersen, posee magia. Nos atrapa desde que traspasamos la puerta. Nos hipnotiza. La atmósfera es soberana. Anders se adueña del aire. Nos sumerge en la vida. Mirada y latido de antropólogo, de naturalista. No juzga. Ni pone a su mirada pretenciosidad, ni artificio. La noche y su viaje. Como el de Céline, con la diferencia de que en los ojos de Anders no cabe ese pesimismo. Es más clemente. No es un cínico. Los quiere, es cómplice. Brinda y baila con ellos. Nos arrastra a seguirlos. Terminamos por conocerlos. Su fotografía les alienta a ser. Él ama a los que nunca se muestran. Los invisibles. Vemos a Escar, un tragasables sin camisa en el trance de meterse en líos. Al fondo, una máquina de discos y música. Vicios de amor. Nos llegan voces. Ramona da, seduce; Gretel pide… La ternura empuja. Comprensión. Los iguales comparten noche y templo. Son penitentes. Los del flagelo y la alegría. Soledad y fracaso. Sublimidad…
Café Lehmitz es una obra generosa de humanidad compartida. Un trabajo inolvidable. Hasta provocar las lágrimas. Soy testigo.”
Alberto García-Alix
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